Dos Caras de la Misma Moneda
Carta real de alguien que mató a su esposa, en la que le cuenta a un amigo qué pasó
"Te habrás quedado de piedra cuando te enteraste de los hechos, pero la cosa venía cociéndose de días atrás... De buenas a primeras me pidió la separación y a mí al principio me extrañó, pero no me lo tomé a mal. Me extrañó porque lo nuestro iba bien. Ella con su trabajo, yo con el mío, las discusiones y los problemas de siempre, pero de buenas a primeras me pide la separación, se pone guapa, se arregla. Sale algunas noches y me pongo tan celoso y tan aturdido que me desconozco a mí mismo. Le pregunté si tenía otra persona y me dijo que no. Yo pienso que se juntaría con dos o tres separadas o se metería en alguna asociación de mujeres y le comieron la cabeza. Me dice que ya no siente nada por mí. Los celos me invaden. Se apodera una fuerza extraña de mí aquella noche y cometí aquellos hechos que no tienen perdón de Dios. Veía que la iba a perder y también pienso que debí volcarme más en ella y darle su posición porque a veces me pasé...".
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Estimada Cristina:
Ayer recibí una misiva de tu abogado donde me invitaba a enumerar los bienes comunes, con el fin de comenzar el proceso de disolución de nuestro vínculo matrimonial. A continuación te remito dicha lista, para que puedas solicitar la certificación al Notario y tener listos todos los escritos antes de la comparecencia ante el tribunal.
Como verás, he dividido la lista en dos partes. Básicamente, un apartado con las cosas de nuestros cinco años de matrimonio con las que me gustaría quedarme y otra con las que te puedes quedar tú. Para cualquier duda o comentario, ya sabes que puedes llamarme al teléfono de la oficina (de ocho a cuatro) o al móvil (hasta las once) y estaré encantado de repasar la lista contigo.
Cosas a conservar:
- La carne de gallina que salpicó mis antebrazos cuando te vi por primera vez en la oficina.
- El leve rastro de perfume que quedó flotando en el ascensor una mañana, cuando te bajaste en la segunda planta, y yo aún no me atrevía a dirigirte la palabra.
- El movimiento de cabeza con el que aceptaste mi invitación a cenar.
- La mancha de rimel que dejaste en mi almohada la noche que por fin dormimos juntos.
- La promesa de que yo sería el único que besaría la constelación de pecas de tu pecho.
- El mordisco que dejé en tu hombro y tuviste que disimular con maquillaje porque tu vestido de novia tenía un escote de palabra de honor.
- Las gotas de lluvia que se enredaron en tu pelo durante nuestra luna de miel en Londres.
- Todas las horas que pasamos mirándonos, besándonos, hablando y tocándonos. (También las horas que pasé simplemente soñando o pensando en ti).
Cosas que puedes conservar tú:
- Los silencios.
- Aquellos besos tibios y emponzoñados, cuyo ingrediente principal era la rutina.
- El sabor acre de los insultos y reproches.
- La sensación de angustia al estirar la mano por la noche para descubrir que tu lado de la cama estaba vacío.
- Las nauseas que trepaban por mi garganta cada vez que notaba un olor extraño en tu ropa.
- El cosquilleo de mi sangre pudriéndose cada vez que te encerrabas en el baño a hablar por teléfono con él.
- Las lágrimas que me tragué cuando descubrí aquel arañazo ajeno en tu ingle.
- Jorge y Cecilia. Los nombres que nos gustaban para los hijos que nunca llegamos a tener.
Con respecto al resto de objetos que hemos adquirido y compartido durante nuestro matrimonio (el coche, la casa, etc) solo comunicarte que puedes quedártelos todos. Al fin y al cabo solo son eso: objetos.
Por último, recordarte el n º de teléfono de mi abogado (914070485) para que tu letrado pueda contactar con él y ambos se ocupen de presentar el escrito de divorcio para ratificar nuestro convencimiento.
Afectuosamente,
Roberto.
Texto de Susana López, Ganadora del III Concurso Antonio Villalba de Cartas de Amor
2 Comments:
Qué porquería y al parecer te conmovió. Ahora sí, se entristece mi corazón.
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...................Au
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